VIERNES SANTO

Viernes Santo es un día sagrado del cristianismo que se celebra el viernes anterior al Domingo de Resurrección, que conmemora la crucifixión y muerte de Jesucristo en la cruz. Es parte de la Semana Santa, que es la semana más importante del calendario litúrgico cristiano.

El Viernes Santo es un día de reflexión y penitencia para los cristianos, quienes suelen asistir a servicios religiosos especiales en sus iglesias, donde se recuerda la Pasión de Cristo a través de lecturas bíblicas y oraciones. Muchas iglesias también realizan procesiones que representan el camino de Jesús hacia la crucifixión.

En muchos países, el Viernes Santo es un día feriado oficial y las actividades comerciales y gubernamentales pueden estar limitadas o cerradas. Es común que los cristianos practiquen la abstinencia de carne durante este día, y algunos incluso realizan ayunos como una forma de honrar la muerte de Jesús y recordar su sacrificio por la humanidad.


LECTURAS DEL VIERNES SANTO


PRIMERA LECTURA


Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor. Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. 



SALMO


R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. 


A ti , Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo.  A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. 


Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí.  Me han olvidado como a un muerto,  me han desechado como a un cacharro inútil. 


Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. 


Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.  Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor. 



SEGUNDA LECTURA


Tenemos, pues, un sumo sacerdote excepcional, que ha entrado en el mismo cielo, Jesús, el Hijo de Dios. Esto es suficiente para que nos mantengamos firmes en la fe que profesamos.  Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado.  Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza a la sede de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno.   En los días de su vida mortal presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; éste fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su actitud reverente. Aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer.  Y ahora, llegado a su perfección, trae la salvación eterna para todos los que le obedecen,  conforme a la misión que recibió de Dios: