evangelio de septiembre 10 de oraciones para tu alma

Primera lectura


Primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-2. 12-14


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios, nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe.

Doy gracias al que me da la fuerza, a Cristo Jesús, nuestro Señor, por la confianza que tuvo al llamarme al ministerio. Porque siendo yo en un comienzo un adversario, un perseguidor y un violento, él me perdonó porque obraba de buena fe cuando me negaba a creer, y la gracia de nuestro Señor me invadió, junto con la fe y el amor que está en Cristo Jesús.


Palabra de Dios.


Salmo


Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.


Dios es mi parte de herencia; le escogí como mi único Señor y me regocijaré en él por toda la eternidad. Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti. R./


El Señor es la herencia que me toca y mi buena suerte: ¡guárdame mi parte! El cordel repartidor me dejó lo mejor, ¡magnífica yo encuentro mi parcela! R./


Yo bendigo al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye mi conciencia. Ante mí tengo siempre al Señor, porque está a mi derecha jamás vacilaré. R./


Me enseñarás la senda de la vida, gozos y plenitud en tu presencia, delicias para siempre a tu derecha. R./


Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-42


Jesús les puso también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? Ciertamente caerán ambos en algún hoyo. El discípulo no está por encima de su maestro, pero si se deja formar, se parecerá a su maestro.

¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en un ojo, si no eres consciente de la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘’Hermano, deja que te saque la pelusa que tienes en el ojo’’, si tú no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo para que veas con claridad, y entonces sacarás la pelusa del ojo de tu hermano.


Palabra del Señor.



¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

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REFLEXION

Para juzgar los defectos de otro debemos conocer primero nuestros pecados y aprender a corregirlos. ¡Qué fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, y qué capaci­dad tenemos de disimular los nuestros! Eso se llama ser hipócritas y Jesús no ve muy bien la gente hipócrita. Así que pensemos muy bien antes de entrar a juzgar a alguno de nuestros hermanos pues primero hay que ver nuestros errores.

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