evangelio agosto 23 de oraciones para tu alma

Primera lectura


Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5. 8b-10


Pablo, Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre y en Cristo Jesús el Señor:

Permanezcan con ustedes la gracia y la paz.

En todo momento los tenemos presentes en nuestras oraciones y damos gracias sin cesar a Dios por ustedes, pues constantemente re cor damos ante Dios, nuestro Padre, su fe que produce frutos, su amor que sabe actuar, su espera de Cristo Jesús, nuestro Señor, que no se desanima.

No olvidamos, hermanos amados por Dios, en qué circunstancias fueron llamados. El Evangelio que les llevamos no se quedó sólo en pa labras, sino que hubo milagros y Espíritu Santo, dejándoles plena con vicción. Y tampoco han olvidado cómo nos comportamos entre ustedes para su bien.

Su fe en Dios se comenta en tantos lugares que no necesitamos decir más al respecto. Todos hablan del impacto de nuestra visita y de cómo se pasaron de los ídolos a Dios. Pues empezaron a servir al Dios vivo y verdadero, esperando que venga del cielo el que nos libera del juicio que se acerca: éste es Jesús, su Hijo, al que resucitó de entre los muertos.


Palabra de Dios.


Salmo


Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a. 9b

R/. El Señor ama a su pueblo


Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R./


Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R./


Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles. R./



Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 13-22


Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes recorren mar y tierra para ganar un pagano y, cuando se ha convertido, lo transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes.

¡Ay de ustedes, que son guías ciegos! Ustedes dicen: “Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sí”. ¡Torpes y ciegos! ¿Qué vale más, el oro mismo o el Templo que hace del oro una cosa sagrada? Ustedes dicen: “Si alguno jura por el altar, no queda obligado; pero si jura por las ofrendas puestas sobre el altar, queda obligado”. ¡Ciegos! ¿Qué vale más, lo que se ofrece sobre el altar o el altar, que hace santa la ofrenda? El que jura por el altar, jura por el altar y por lo que se pone sobre él. El que jura por el Templo, jura por él y por Dios que habita en el Templo. El que jura por el Cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.


Palabra del Señor.


Ay de vosotros hipócritas

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