Primera lectura


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 9-13


Recuerden, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Mientras les predicábamos el Evangelio de Dios, trabajábamos noche y día para no ser una carga para ninguno. Ustedes son testigos, y Dios también, de que nuestra conducta con ustedes los creyentes fue irreprochable, buena y correcta. A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo; los animábamos y los urgíamos a que llevasen una vida digna del Dios que los ha llamado a su propio Reino y gloria.

De ahí que no cesamos de dar gracias a Dios porque al recibir de nosotros la enseñanza de Dios la aceptaron, no como enseñanza de hombres, sino como Palabra de Dios. Porque eso es realmente y como tal actúa en ustedes los creyentes.


Palabra de Dios.


Salmo


Sal 138, 7-8. 9-10. 11-12ab

R/. Señor, tú me sondeas y me conoces


¿A dónde iré lejos de tu espíritu, a dónde huiré lejos de tu rostro? Si escalo los cielos, tú allí estás, si me acuesto entre los muertos, allí también estás. R./


Si le pido las alas a la aurora para irme a la otra orilla del mar, también allá tu mano me conduce y me tiene tomado tu derecha. R./


Si digo entonces: «¡Que me oculten, al menos, las tinieblas y la luz se haga noche sobre mí!» Mas para ti no son oscuras las tinieblas y la noche es luminosa como el día. R./



Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 27-32


¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Ustedes también aparentan como que fueran personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de maldad.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos. También dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos consentido que mataran a los profetas”. Así ustedes se proclaman hijos de quienes asesinaron a los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!


Palabra del Señor.