Primera lectura


Lectura del libro de Isaías 35, 1-10


Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera.

Que se llene de flores como junquillos,

que salte y cante de contenta,

pues le han regalado el esplendor del Líbano

y el brillo del Carmelo y del Sarón.

Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé,

todo el brillo de nuestro Dios.

Robustezcan las manos débiles

y afirmen las rodillas que se doblan.

Díganles a los que están asustados:

«Calma, no tengan miedo,

porque ya viene su Dios a vengarse,

a darles a ellos su merecido;

El mismo viene a salvarlos a ustedes.»