DIA 23

El Espiritu Santo usando personas escribio la Biblia

El Espiritu Santo usando personas escribio la Biblia


TODA LA ESCRITURA es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia” (2 Timoteo 3:16). “Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Lo que usted crea de la Biblia es absolutamente crucial para su vida espiritual. Siempre y cuando usted crea que la Santa Escritura es la Palabra de Dios, usted puede ser protegido de herejía (error teológico). Herejía es una palabra que no escuchamos mucho en estos días. Algunos piensan que la exactitud teológica es menos y menos importante. Mal. Nunca ha sido más importante en la historia de la iglesia cristiana que hoy. En la década de 1950 emergió un punto de vista en los seminarios y universidades llamado neortodoxia, la “nueva” ortodoxia. Los defensores de esto eran hombres como Karl Barth, Emil Brunner, Paul Tillich y Rudolf Bultmann. Sonaban bien; al principio. Muchos jóvenes estudiantes se enamoraron de ellos. Yo mismo coquetee con esto por un tiempo. Fui enseñado por profesores que habían adoptado la neortodoxia. Dios en su misericordia evitó que sucumbiera. Uno de mis profesores vivió en casa de Brunner (quien vivía en Zúrich, Suiza) y llevaba notas diariamente de Brunner a Barth (quien vivía en Basilea). Una premisa de la neortodoxia es que la Biblia “contiene” la Palabra deDios más que la Biblia es la Palabra de Dios.


He observado el patrón de los que absorbieron esta enseñanza. Un escenario típico era este: primero eran atraídos a Barth o a Brunner. Luego pasaban de Barth a Tillich: el existencialista que llamó a la fe “la última preocupación”. Dijo que uno podía ser un ateo y todavía tener fe porque Dios era el “fundamento de todo ser”. Entonces pasaban de Tillich a Bultmann, quien dijo que los milagros reportados en la Biblia eran “mitos”. Y luego terminaba en la “teología de proceso”, la noción de que la verdad no es un cuerpo de proposiciones inmutables sino siempre cambiantes. Que ni siquiera Dios conoce el futuro sino que es “enriquecido” por la creación y espera nuestra reacción con el fin de saber qué hacer después. Sí, vi a estudiantes que venían al seminario quienes siempre habían asumido que la Biblia es verdad pero terminaron desilusionado con un “documento defectuoso”. Se convirtieron en teólogos liberales o abandonaron el ministerio enteramente. Eso lo hace a uno llorar. Cuando uno escucha a la gente adoptar el teísmo abierto (teología de proceso con ropaje evangélico) y el universalismo (todos serán salvos y nadie irá al infierno), muestra lo generalizado que esto se ha vuelto. Todo se remite a su visión de la Santa Escritura. Juan Calvino le dio a la iglesia la enseñanza del “testimonio interno del Espíritu Santo”, esto es, cómo saber que la Biblia es la Palabra de Dios. Es el Espíritu Santo el que testifica a su corazón que la Biblia es absolutamente cierta. Con esto venía la enseñanza sumamente importante de la “analogía de la fe”, basada en Romanos 12:6 (analogía, usualmente traducida como “proporción”). Debemos profetizar o enseñar de acuerdo a la “proporción” de nuestra fe. Esto significaba comparar la Escritura con la Escritura y mantenerse en la Escritura. De esta manera uno descubre lo sorprendente y consistente que es la Biblia.


Cuando fui ordenado al ministerio, el Dr. N. B. Magruder me preguntó: “¿Cuál es más importante—el testimonio externo o interno—con respecto a saber si la Biblia es verdad?”. Respuesta: el testimonio interno. El testimonio externo se refiere a lo que la gente dice acerca de la Biblia; por ejemplo: los arqueólogos o los críticos del Nuevo Testamento. La única ruta segura es el camino del Espíritu Santo; su propio testimonio lo habilita para saber que usted nunca va a ser engañado cuando usted está convencido en su corazón de que la Biblia es verdad y digna de confianza. Le puedo decir que nunca hubiera tenido éxito como expositor de la Escritura a lo largo de los últimos sesenta años de predicar si no fuera porque estoy totalmente convencido de que cada palabra de la Escritura es cierta y que debe ser tomada con la más grave seriedad. Es lo que me ha salvado de volverme liberal.


Jesús tenía la misma visión de la Escritura de la que Pablo y Pedro se asían, a saber: que el Espíritu Santo escribió el Antiguo Testamento. Jesús le preguntó a los fariseos (una pregunta que no le pudieron responder): “—Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor” [Cristo]? Él afirma: “Dijo el Señor a mi Señor: (Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.)” Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?” (Mateo 22:43-45, énfasis añadido). Mi punto es: Jesús dijo que David pudo escribir lo que escribió porque el Espíritu Santo—en el 1000 a. C.—lo facultó para hacerlo. Y, como vimos antes, ese fue el testimonio de la primera iglesia. Cuando estaban siendo perseguidos, oraron al Señor y dijeron: “Tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo: ¿Por qué se sublevan las naciones y en vano conspiran los pueblos?” (Hechos 4:24, énfasis añadido).


Una cosa más en conexión con esto: El canon de la Santa Escritura está cerrado. Es final. Absoluto. Incontrovertible. Es la revelación completa y final de Dios. Ninguna palabra que venga en el futuro será igual a la Biblia en nivel de inspiración. Esto significa que cualquier “dirección”, palabra profética, palabra de conocimiento o visión que uno pueda tener hoy debe ser coherente con la Santa Escritura. Si no es así, debe ser rechazada. La razón principal por la que el rey Saúl se convirtió en el hombre del ayer y que fue rechazado por Dios fue porque pensó que estaba por sobre la Palabra de Dios. Cuando ofreció el holocausto, sabía que estaba yendo en contra del mandato de Moisés de que solamente el sacerdote llamado por Dios podía ofrecer las ofrendas quemadas. Y aun así afirmó que “me vi forzado” (1 Samuel 13:12). Cada vez que una persona afirma hablar de parte de Dios, afirmando “El Señor me dijo”, y va en contra de la Escritura, usted puede con toda seguridad, cómoda y garantizadamente rechazar la palabra de esa persona, ¡sin importar lo verosímil que esa persona pueda parecer! El Espíritu Santo se responsabiliza de la autoría de la Biblia. Por supuesto que usó personas. Pero el asunto es responsabilidad final del Espíritu Santo. El mismo Espíritu Santo puede hablar hoy en varios niveles. Pero ningún nivel de inspiración igualará la inspiración de la Biblia; jamás.