oraciones para tu alma evangelio mayo 7

Primera lectura


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 31-42


La Iglesia por entonces gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se edificaba, caminaba con los ojos puestos en el Señor y estaba llena del consuelo del Espíritu Santo.

Pedro visita las iglesias

Pedro, que recorría todos los lugares, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un tal Eneas, que era paralítico y desde hacía ocho años yacía en una camilla. Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla tu cama.» Y de inmediato se levantó. Todos los habitantes de Lida y Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.

En Jope había una discípula llamada Tabita (o Dorcas en griego), que quiere decir Gacela. Hacía muchas obras buenas y siempre ayudaba a los pobres. Por aquellos días enfermó y murió: después de lavar su cuerpo, lo pusieron en la habitación del piso superior. Como Lida está cerca de Jope, los discípulos, al saber que Pedro estaba allí, mandaron a dos hombres con este recado: «Ven inmediatamente a donde nosotros.»

Pedro se fue sin más con ellos. Apenas llegó lo hicieron subir a la habitación del piso superior, donde le presentaron a todas las viudas, que estaban llorando, y le mostraban las túnicas y mantos que Tabita hacía mientras vivía con ellas. Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró. Luego se volvió al cadáver y dijo: «Tabita, levántate.» Ella abrió los ojos, reconoció a Pedro y se sentó. El le dio la mano y la ayudó a levantarse; luego llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva.

Esto se supo en todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.


Palabra de Dios



Salmo


Sal 115, 12-13. 14-15. 16-17

R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?



¿Cómo le devolveré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.


Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo. Tiene un precio a los ojos del Señor la muerte de sus fieles. R/.


¡Mira, Señor, que soy tu servidor, tu servidor y el hijo de tu esclava: tú has roto mis cadenas!» Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del Señor. R/.




Evangelio


Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69


Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?»

Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes? El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen.»

Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»

A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?» Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sab emos que tú eres el Santo de Dios.»


Palabra del Señor


¿Quién puede hacerle caso?

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REFLEXION


El Evangelio de hoy Jesús no es insensible a la actitud de sus discípulos ante sus palabras. Más que duras, pues no eran insultantes, les resultaban novedosas e incomprensibles, de ahí la crítica y lo que murmuraban. La reacción de Jesús resulta de lo más interesante. No se defiende, sólo que reúne a los más cercanos. San Pedro, como siempre, es el que responde ante la pregunta provocadora de Jesús. ¿A quién vamos a ir? ¿Quién mejor que tú puede orientarnos en la vida? Tus palabras nos animan, pues son Espíritu que nos impulsa, y son vida que dan sentido a nuestra existencia.

Hoy, como entonces, nos resulta difícil de entender la Palabra de Jesús. Nos cuesta comprenderla cuando la escuchamos. Nos cuesta cumplirla, por eso muchas veces la olvidamos y no la escuchamos. Algunas son muy claras y sencillas. Otras son comprometidas, pero todas resultan una buena manera de dar sentido a nuestra vida, si las escuchamos con interés y sabiendo que nos las dirige, porque nos quiere y quiere nuestro bien.

Vivimos tiempos de mucha comunicación. Una comunicación que solemos oír, pero la mayoría de las veces no la escuchamos. Con la Palabra de Dios nos suele ocurrir lo mismo, la oímos pero no la cuchamos. Las Palabras de Jesús, tenemos que escucharlas, pues con ellas vamos descubriendo a qué y a quién dio importancia Jesús en su vida. Debemos recobrar una actitud de escucha serena y tranquila de la Palabra de Dios. Ella orienta nuestra existencia, enseñándonos a vivir con una confianza grande en Dios como Padre-Madre que busca introducir en nuestro mundo un proyecto humanizador, para dar pasos hacía una humanidad más justa, digna y fraterna para todos.

Como reto de la Resurrección y con la fuerza del Espíritu, debemos recuperar a Jesús como el maestro espiritual y humano que puede dar sentido a nuestra existencia. Sus palabras son Espíritu y Vida. Si queremos vivir con esperanza, con amor, con ilusión y con sentido no busquemos mejor maestro para nuestra vida. No lo hay.

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