DIA 5
EL ESPIRITU SANTO DA ADVERTENCIAS
EL ESPIRITU SANTO DA ADVERTENCIAS
EN LOS DÍAS de Noé, Dios dijo: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre” (Génesis 6:3, RVR 1960). Crecí con la versión King James de la Biblia en inglés que dice: “No luchará mi espíritu con el hombre para siempre” *. La implicación es que hay un límite para la paciencia de Dios con la humanidad. En verdad es que Dios es “lento para la ira” (Éxodo 34:6).
Pero cuando finalmente deja de advertirle a la gente pecadora y manifiesta su juicio, las consecuencias pueden ser bastante terribles.
Vívidamente recuerdo a los evangelistas que venían a mi antigua iglesia en Ashland, Kentucky, allá en las décadas de 1940 y 1950. Citaban frecuentemente este versículo del Antiguo Testamento—Génesis 6:3—cuando le advertían a la gente del juicio inminente de Dios. Himnos de invitación como “Almost Persuaded” [Casi persuadido] y “Pass Me Not, O Gentle Savior” [No pases de mí, oh, gentil Salvador” frecuentemente seguían a los sermones que le advertían a la gente del peligro de posponer ponerse a cuentas con Dios. Siempre se enfatizaba: “Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!” (2 Corintios 6:2). No hay promesa para un mañana. Quizá Dios le diga a la persona que piensa que tiene “muchos años” más: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida” (Lucas 12: 20). Esto les da una pista de mi trasfondo más temprano.
Es por la bondad de Dios que nos da advertencias. “Considera la bondad y la severidad de Dios”, dijo Pablo (Romanos 11:22). Y aun así Dios da advertencias solamente cuando todavía hay esperanza. Una advertencia de este tipo es un Ejemplo de su bondad. Jonás marchó a Nínive con la advertencia: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!” (Jonás 3:4). No había promesa explícita de misericordia si se arrepentían, pero los ninivitas “le creyeron a Dios” y “proclamaron ayuno desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento” (v. 5). La consecuencia de su arrepentimiento fue: “Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado” (v.10).
Como dije, el mensaje de Jonás no le ofreció ninguna esperanza al pueblo de Nínive. Por todo lo que sé, esta ausencia de una promesa de misericordia podría ser lo que los sacudió por completo. Uno puede preguntar: ya que Jonás claramente dijo que Nínive sería destruida en cuarenta días—sin esperanza aparente—¿cómo fue posible que Dios no cumpliera su Palabra, sino que tuviera misericordia de ellos? La respuesta es esta: Dios jamás advierte cuando no hay esperanza. Por ejemplo, no hay indicación de que Dios alguna vez le haya advertido a Sodoma y Gomorra por su iniquidad. En lugar de ello simplemente las castigó. ¡Así que si Dios envía una advertencia, recíbala con agradecimiento! Alégrese. Preste oído a la advertencia.
Cuando era un adolescente, un evangelista entrado en años que había venido de visita anunció: “Alguien aquí está recibiendo su última llamada”. Se rehusó a cerrar el servicio y se lo entregó al pastor. El pastor se rehusó a terminar el servicio y se sentó. La gente lentamente se levantó de sus asientos y se fue a casa. Al día siguiente cuando terminé mi ruta para entregar periódicos (yo entregaba el Ashland Daily Independent a 110 casas de mi vecindario), mi madre me dijo: “¿Supiste de Sandy *?”. “No—respondí—. ¿Qué quieres decir?”. Unos momentos antes, una de mis amigas había muerto súbitamente cuando un coche fuera de control la atropelló cuando iba camino a casa de la escuela. Ella había estado en la congregación—burlándose del sermón del predicador—el día anterior cuando el evangelista dijo: “Alguien aquí está recibiendo su última oportunidad”. El efecto de ese evento en mí fue incalculable. “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos” (Lamentaciones 3:22, RVR 1960). En el inolvidable sermón de Jonathan Edwards, “Pecadores en la manos de un Dios airado” (8 de julio de 1741), dijo: “Es por la misma misericordia de Dios que no estás en el infierno en este momento”.
Cuando terminó, la gente se estaba sosteniendo de las bancas de la iglesia—y también afuera sosteniéndose de los troncos de los árboles—para evitar caer en el infierno. Fue uno de esos momentos raros en los que Dios descendió con poder inusual. La misericordia de Dios a menudo es demostrada por su advertencia hacia nosotros. “Por eso, como dice el Espíritu Santo:
«Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto” (Hebreos 3:7-8). El resultado eventual fue que Dios juró en su ira: “Jamás entrarán en mi reposo” (v. 11).