DIA 20

El Espiritu Santo da sueños y visiones

El Espiritu Santo da sueños y visiones


A LO LARGO DE la Biblia hay relatos del Espíritu Santo haciendo cosas fuera de lo ordinario. Y Él todavía hace cosas inusuales hoy. El pastor Jack Hayford cuenta acerca de volar en un avión con un indígena al que jamás había conocido. Jack sintió un impulso súbito de hablarle a este hombre en un idioma que no era el propio. Se sintió extraño, pero finalmente obedeció al Espíritu Santo. Cuando habló, el indígena quedó asombrado. ¡Jack le había hablado una palabra del Señor en el propio idioma del indígena! Conocí a Terry Akrill en Escocia en el verano de 2003. Jamás había escuchado o conocido a un hombre como este. Emitía un aroma a rosas que vino sobre él de pronto unos cinco años antes y nunca lo dejó. Yo podía olerlo literalmente a diez pies [3 m] de distancia. Algunas veces fluía aceite de sus manos, lo cual aumentaba el aroma. Podía comunicarme cosas inusuales si el aceite venía o no a sus manos. Me dijo algo que necesitaba saber de Yasir Arafat en los días en los que estaba visitando al ahora fallecido líder palestino. Un día nos llamó por teléfono con una palabra profética para nuestra hija, Melissa; el aceite acababa de venir sobre él. Su profecía se cumplió perfectamente ocho años después. Ahora él ya está en el cielo.


Conozco tres casos de personas que fueron resucitadas de los muertos. Las personas involucradas fueron las que me contaron personalmente estos sucesos. Son hombres buenos, dignos de confianza y honorables. También sé de milagros creativos que han sucedido, de profecías sumamente impactantes que fueron cumplidas asombrosamente y de exorcismos sorprendentes. El Espíritu Santo hace estas cosas.


Cuando Abdías se encontró inesperadamente a Elías, Abdías se asustó casi hasta la muerte. Esto fue porque el rey Acab había estado buscando a Elías por todas partes durante tres años. Abdías necesitaba que Elías le garantizara que se presentaría delante de Acab, o si no Abdías estaría en grandes problemas con el rey. Así que le pidió a Elías que hiciera un juramento de que se presentaría delante de Acab porque, dijo Abdías: “¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos!” (1 Reyes 18:12). ¿Llevarlo? ¿Podría el Espíritu del Señor literalmente “llevarse” a Elías? ¿Pasaba ese tipo de cosa en esos días de modo que Abdías pudiera razonar en esa manera? Después de que Elías fue transportado al cielo, algunos pensaron que todavía estaría por allí. “Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle” (2 Reyes 2:16). ¿Podría esto suceder hoy? Cuando Arthur Blessitt predicó para mí en la Capilla de Westminster, quedé maravillado por las historias más inusuales que me compartió: todas ellas se encuentran ahora en los libros que ha escrito. Posiblemente la más extraordinaria fue esta: Arthur se encontraba en la Isla Sibuyán, Filipinas. Un día en un pueblo llamado San Fernando de pronto quedó extremadamente cansado y cayó en un profundo sueño. Mientras estaba dormido, estaba —aparentemente—en un pueblo del otro lado de la isla llamado Cajidiocan, a cincuenta millas [80,47 km], entregando pegatinas de Jesús (que decían “Sonríe Dios te ama”). Arthur no había estado para nada en Cajidiocan. Pero sí fue al día siguiente ya que la gente le rogaba que regresara con el fin de orar por un hombre moribundo. Fue hacia allá en un triciclo motorizado. Cuando llegó allí, fue obviamente reconocido por las multitudes. En lo que a la gente respectaba, Arthur ya había estado allí. El jefe de la policía incluso reportó que un hombre con “cabello largo y una barba cargando una cruz” estaba en Cajidiocan, cuando de hecho Arthur estaba dormido en San Fernando a cincuenta millas [80,47 km]. Arthur sabía que no había estado para nada en Cajidiocan. No podría haber estado allí. Primero, estaba dormido en San Fernando a cincuenta millas de allí [80,47 km]. Segundo, era una caminata de tres días cargando la cruz para llegar allá. Pero cuando llegó a Cajidiocan al día siguiente en el triciclo motorizado, las calles estaban llenas de personas esperando verlo. ¡Unos niños llevando pegatinas de Jesús vinieron a él, lo cual “muestra” que Arthur había estado en Cajidiocan el día anterior! Arthur entonces supo que estos reportes debían ser verdad y que no era un sueño o una visión. El día anterior de algún modo había estado . . . allí. “No sé como explicar cómo sucedió o por qué pasó”, me dijo por teléfono mientras estaba escribiendo este capítulo. En todas sus experiencias de cargar la cruz por todo el mundo, este relato fue único. “Solamente sucedió una vez”; en una isla remota donde la gente en general no lee ni escribe. Él ha caminado lo equivalente a una y media veces alrededor del mundo (ostenta el Récord Guiness por la caminata más larga).


Pero hay más. Usted recordará que Arthur estaba siendo llevado en un triciclo motorizado de San Fernando a Cajidiocan para orar por un hombre moribundo. El hombre ya había recibido la extrema unción por parte del sacerdote local.


Cuando Arthur llegó, vio a un hombre en una ventana del piso de arriba viéndolo. ¡El hombre bajó corriendo las escaleras para ver a quien él pensó era Jesús! El hombre pensó que había muerto y que estaba en el cielo viendo a Jesús. Era el hombre moribundo por el que Arthur había venido a orar, quien sanó antes de que Arthur llegara a donde estaba él. El hombre hablaba inglés. Incluso le interpretó a Arthur mientras le predicaba el evangelio a estas personas. Arthur me dijo: “Todos por los que oré fueron sanados”; en una isla remota en las Filipinas. ¿Por qué Dios no hace eso en EE. UU. o en Gran Bretaña? Usted puede leer más detalles en el sitio web de Arthur. Tengo más historias—no acerca de Arthur, pero igualmente inusuales—que le podría contar. ¡Pero temo que no las creería! Y no tengo permiso de contarlas.


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