DIA 15

EL ESPIRITU SANTO PUEDE SER PROVOCADO

El Espiritu Santo puede ser provocado


ALGUNA VEZ HA provocado al Espíritu Santo? Temo que lo he hecho. Demasiado a menudo. Algunas veces lo siento de inmediato; algunas veces Dios se espera un poco antes de mostrármelo. Aunque el Señor es “tardo para la ira” (Éxodo 34:6), también es cierto que “su ira se inflama de repente” (Salmos 2:12). Hablando personalmente, preferiría tener la última—cuando su ira se inflama de repente—para terminar pronto con el asunto. He concluido que, hablando en general, entre mayor sea el pecado, más espera Dios en mostrar su ira. El Señor se esperó unos dos años antes de enviar a Natán el profeta para exponer los atroces pecados de adulterio y asesinato de David. Pero cuando Moisés le rogó al Señor que no le pidiera que fuera el que liberara a los israelitas y oró: “Te ruego que envíes a alguna otra persona”, instantáneamente la ira del Señor ardió contra él (Éxodo 4:10-14).


Los hijos de Israel “fueron rebeldes contra Su Espíritu, y él [Moisés] habló precipitadamente con sus labios” (Salmos 106:33, NBLH). La RVR 1977 tiene una toma diferente de este incidente: “[Los israelitas] Le amargaron el espíritu [a Moisés] y habló inconsideradamente con sus labios”. Entre estas dos interpretaciones hay que ver tanto el desagrado del Señor y la ira de Moisés. Pero lo que Moisés estaba sintiendo era ira justa contra los hijos de Israel. Los líderes piadosos algunas veces llevan cargas pesadas e interiormente suspiran con enojo cuando sus seguidores se descarrían.


El Espíritu Santo nunca pierde los estribos. Refleja gozo y alegría que siempre están presentes a la derecha de Dios (Salmos 16:11). Pero si no somos cuidadosos, podríamos mostrar molestia personal de manera poco sabia por la maldad que vemos a nuestro alrededor. Moisés—después de Jesús—fue el más grande líder de hombres y mujeres en la historia humana. Pero no era perfecto. Cuando los israelitas cayeron en necedad, sucedieron dos cosas simultáneamente: provocaron al Espíritu Santo, e hicieron enojar a Moisés. Pero como Moisés era humano y por lo tanto imperfecto como todos nosotros “habló precipitadamente con sus labios” (Salmos 106:33, RVR 1960). Una gran prueba de liderazgo es ver el mal y la maldad sin perder nuestra compostura.


Y, no obstante, es difícil algunas veces encontrar la diferencia. Jesús mostró ira justa cuando entró al templo “halló a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, e instalados en sus mesas a los que cambiaban dinero. Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas. A los que vendían las palomas les dijo:—¡Saquen esto de aquí! ¿Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado?” (Juan 2:14-16). Jesús tenía al Espíritu Santo sin restricción (Juan 3:34). Por lo tanto, estaba enojado porque el Espíritu Santo estaba enojado, y también porque el Padre estaba enojado, porque todo lo que Jesús hizo fue llevar a cabo los deseos del Padre (Juan 5:19). Aunque Jesús no perdió el control cuando lo provocaron, ¡los presentes probablemente se sintieron aludidos! La pregunta es: “¿Puedo ser provocado en mi espíritu sin perder los estribos?”. Pablo dijo: “Si se enojan, no pequen” (Efesios 4:26).Como veremos más tarde en este libro, el Espíritu Santo puede ser agraviado.


Los antiguos israelitas “se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos” (Isaías 63:10). Santiago le advirtió a los primeros cristianos: “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios” (Santiago 4:4). Martín Lutero dijo que primero debemos conocer a Dios como enemigo antes de que lo podamos conocer como amigo. La ira de Dios hacia sus hijos es llamada reprensión o ser disciplinado. “Porque el Señor disciplina a los que ama” (Hebreos 12:6). En cualquier caso, debemos estar agradecidos de que “sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría” (Salmos 30:5).


¿Así que ha provocado al Señor? Entre más grave sea, probablemente más se

tardará en mostrarlo. Es por eso que queremos saber tan pronto como sea posible si lo hemos desagradado. En cualquier caso, debemos estar agradecidos por esto: si somos disciplinados (y todos lo necesitamos de vez en vez), es porque somos amados.