evangelio de agosto 31 de oraciones para tu alma

Primera lectura


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11


¿Cuándo sucederá eso? ¿Cómo será? Sobre esto, hermanos, no necesitan que se les hable, pues saben perfectamente que el día del Señor llega como un ladrón en plena noche. Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer em barazada, y nadie podrá escapar.

Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como hace el ladrón. Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas. Entonces no durmamos como los demás, sino permanezcamos sobrios y despiertos. Pues Dios no nos ha destinado a la condenación, sino a que hagamos nuestra la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor. El murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso anímense mutuamente y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo.


Palabra de Dios.


Salmo


Sal 26, 1.4. 13-14

R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida


El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré? R./


Una cosa al Señor sólo le pido, la cosa que yo busco es habitar en la casa del Señor mientras dure mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y cuidar de su santuario. R./


La bondad del Señor espero ver en la tierra de los vivientes. Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!, espera en el Señor. R./


Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 31-37


Jesús bajó a Cafarnaúm, pueblo de Galilea. Enseñaba a la gente en las reuniones de los sábados, y su enseñanza hacía gran impacto sobre la gente, porque hablaba con autoridad.

Se hallaba en la sinagoga un hombre endemoniado, y empezó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: Tú eres el Santo de Dios.» Jesús amenazó al demonio, ordenándole: «Cállate y sal de ese hombre.» El demonio lo arrojó al suelo, pero luego salió de él sin hacerle daño alguno.

La gente quedó aterrada y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto? ¿Con qué autoridad y poder manda a los demonios? ¡Y miren cómo se van!» Con esto la fama de Jesús se propagaba por todos los alrededores.


Palabra del Señor.


¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: Tú eres el Santo de Dios.

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