DIA 18

El Espiritu Santo no puede ser Descifrado

El Espiritu Santo no puede ser descifrado


USTED QUIZÁ RECUERDE que hay básicamente dos cosmovisiones en lo que respecta a la fe: la perspectiva secular atea (ver es creer) y la perspectiva bíblica (creerle a Dios sin la evidencia). Una razón por la que los seculares—sean científicos, filósofos o una enfermera o un enfermero— no aceptarán al Dios de la Biblia es que ellos quieren entender todo. Suponen que si algo no puede ser descifrado con el tiempo, no vale la pena procurarse.


Pero pregunto: ¿le gustaría un Dios que usted finalmente pudiera descifrar?, ¿le gustaría remover el misterio y el asombro que le es inherente a Dios? Algunos podrían ser rápidos en responder: sí. De esta manera no existiría Dios alguno. El verdadero Dios no puede ser plenamente sondeado, medido o comprendido. “¿Quién puede medir el alcance del espíritu del Señor, o quién puede servirle de consejero? ¿A quién consultó el Señor para ilustrarse, y quién le enseñó el camino de la justicia? ¿Quién le impartió conocimiento o le hizo conocer la senda de la inteligencia?” (Isaías 40:13-14). Es interesante que cuando este versículo es citado en el Nuevo Testamento, “Espíritu del Señor” se convierte en “la mente del Señor”. “¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?” (Romanos 11:34). Esto muestra que no podemos dilucidar ni la mente de Dios ni su Espíritu. Porque aunque el Espíritu Santo tiene mente propia, porque es una persona, nunca habla “por su propia cuenta”. Al igual que el Hijo, el Espíritu Santo solamente dice y hace lo que el Padre lo dirige a decir y hacer (Juan 5:19; 16:13). Hay unidad perfecta en la Deidad.


Esto también es verdad con las distintas manifestaciones del Espíritu Santo. El efecto de su presencia puede dar como resultado temor, asombro, alabanza, adoración, gozo o cualquiera del fruto o dones del Espíritu Santo. ¡En el Día de Pentecostés los testigos acusaron a los discípulos de estar borrachos (Hechos 2:13)! Y aún sé por observación de primera mano que el Espíritu Santo todavía puede hacer este tipo de cosa. Vi a una dama claramente llena del Espíritu Santo que necesitaba ayuda para caminar por el derramamiento indudable del Espíritu Santo en un servicio. Ella iba riéndose a carcajadas cuando dos personas la ayudaron a entrar en el elevador y se quedaron con ella. Esto era en un hotel.


Había un bar cerca del auditorio donde el servicio se estaba llevando a cabo. No tengo duda de que cualquier transeúnte (que no estuviera en el servicio) podría haber asumido que la dama estaba ebria con vino o güisqui sin pensar que hubiera nada inusual en ello. Pero si una gran medida del Espíritu Santo hace eso hoy, algunos cristianos quedan impactados; ¡si no es que ofendidos! Pero si pudiera ver una película de la predicación de George Whitefield y el efecto que a veces tenía en los presentes—gente riendo, llorando, gritando o “desvaneciéndose” (la palabra que usaban entonces para ser derribados en el Espíritu)—uno podría fácilmente suponer que estaban embriagados con alcohol. ¡Descifre eso! Si por azar esto le ofende, gentilmente le señalaría que Pablo dijo que no nos embriagáramos con vino sino que fuéramos llenos del Espíritu (Efesios 5:18), conociendo como él podría que el Espíritu Santo traería tal gozo que un transeúnte podría pensar que uno estaba borracho. ¿Esto le sorprende? El vino puede llevar al desenfreno; el Espíritu Santo lleva al gozo y al amor para el honor y gloria de Dios. El Espíritu Santo también puede llevar a una persona a la posición en la que él o ella no es dominada o controlada por las opiniones de la gente. “Temer a los hombres resulta una trampa” (Proverbios 29:25). Como veremos más abajo, el Espíritu Santo trae libertad.


No conocer la mente del Señor también se refiere al futuro. Uno no puede dilucidar con anticipación lo que Él va a hacer. ¡Cuando los discípulos fueron llenos con el Espíritu el Día de Pentecostés, no sabían que tres mil personas se iban a convertir antes de que el día terminara, que pronto iban a ver milagros sin que Jesús estuviera presente físicamente, o que a los gentiles finalmente se les daría membresía plena en la iglesia sin ser circuncidados! Jesús les dijo a los Doce: “Muchas cosas me quedan aún por decirles, que porahora no podrían soportar” (Juan 16:12). Probablemente pensaron que estaban listos para escuchar cualquier cosa que Jesús les dijera, pero Jesús sabía lo que decía. Quizá podemos pensar que queremos conocer todo lo que está en el futuro o las cosas que Dios tiene preparadas para nosotros, pero Dios sabe bien como estamos. El Señor no negará ningún bien a quienes hacen lo que es correcto (Salmos 84:11, NTV).


Cuando Pablo trae la pregunta: “¿Quién conoció la mente del Señor?”, era en un contexto escatológico, refiriéndose en parte al futuro de Israel. ¿Quién sabe lo que Dios está por hacer? Y cuando Pablo citó el versículo: “¿quien ha sido su consejero [del Espíritu Santo]?”, nos deja saber que Dios no necesita nuestra opinión. El teísmo abierto (la equivocada perspectiva de que Dios no conoce el futuro y que necesita nuestro consejo) dice que Dios necesita asesoría. Querido amigo, no es así. Él no necesita nuestra opinión, comentarios, ayuda o asistencia. Amo al Espíritu Santo por ser exactamente como es. ¿Usted no?


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