Primera lectura


Lectura del primer libro de Samuel 1,24-28


Después que le hubo quitado el pecho, lo hizo subir junto con ella a la casa de Yavé en Silo; llevaba también un toro de tres años, una medida de harina y un cuero de vino. El niño era aún muy pequeño.

Sacrificaron el toro y llevaron el niño a Helí. Ana le dijo: «Perdona, señor, tan cierto como que tú vives, señor, que yo soy la mujer que estuvo cerca de ti orándole a Yavé. Yo rezaba por este niño y Yavé me concedió lo que le pedía. Yo ahora se lo cedo a Yavé para el resto de sus días; él será donado a Yavé». Así fue como se quedó al servicio de Yavé.


Palabra de Dios.



Salmo


1S 2,1.45.6-7.8abcd

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador



Mi corazón se regocija en el Señor, mi poder se exalta por Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R./


Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R./


El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R./


Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R/.



Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,46-56


María dijo entonces:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,

porque se fijó en su humilde esclava,

y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.

El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí:

¡Santo es su Nombre!

Muestra su misericordia siglo tras siglo

a todos aquellos que viven en su presencia.

Dio un golpe con todo su poder:

deshizo a los soberbios y sus planes.

Derribó a los poderosos de sus tronos

y exaltó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su siervo,

se acordó de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

a Abraham y a sus descendientes para siempre.

María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.


Palabra del Señor.