evangelio septiembre 30 de oraciones para tu alma

Primera lectura


Lectura del libro de Nehemías 8, 1-4ª. 5-6. 7b-12.


Todo el pueblo se juntó como un solo hombre en la plaza, frente a la puerta de las Aguas. Pidieron entonces al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yavé había ordenado a Is rael. El sacerdote Esdras presentó la Ley ante la asamblea, que estaba compuesta por hombres, mujeres, todos aquellos que estaban en edad de la razón. Era el primer día del séptimo mes. Estuvo leyendo el libro desde la mañana hasta el mediodía, frente a los hombres, mujeres y niños en edad de comprender que estaban reunidos en la plaza, delante de la puerta de las Aguas. Todo el pueblo prestaba mucha atención al libro de la Ley.

El escriba Esdras estaba en una tarima de madera construida para esa ocasión.Esdras dominaba a todo el mundo; abrió el libro ante todo el pueblo, y cuando lo abrió, todos se pusieron de pie. Entonces Esdras bendijo a Yavé, el Gran Dios, y todo el pueblo respondió con las manos en alto: «¡Amén! ¡Amén!» Luego se inclinaron y se postraron delante de Yavé con el rostro en tierra. Los levitas explicaron la ley al pueblo mientras éste permanecía de pie. Esdras leyó el libro de la Ley de Dios, e iba traduciendo y explicando el sentido para que comprendieran la lectura.

En esa ocasión, su excelencia Nehemías y el sacerdote escriba Esdras, junto con los levitas que instruían al pueblo, le dijeron a éste: «¡Este es un día santo para Yavé, nuestro Dios! ¡No estén tristes! ¡No lloren!» Pues todo el pueblo estaba llorando mientras oía las palabras de la ley. Le dijeron además: «¡Vayan y coman buena carne y tomen bebida agradable, pero guarden una parte para el que nada tiene preparado y llévensela, porque hoy es un día santo para nuestro Señor!» Los levitas consolaban al pueblo diciéndole: «¡Que no se oigan estos lamentos! ¡Este es un día santo, no lloren más!» Y todo el pueblo se dispersó para comer, beber, compartir y dar rienda suelta a su alegría, porque habían entendido las palabras que se les había enseñado.


Palabra de Dios.



Salmo


Sal 18, 8.9.10.11