Primera lectura


Lectura del libro de Isaías 50, 4-7


El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos.

El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás.

He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me tiraban la barba, y no oculté mi rostro ante las injurias y los escupos.

El Señor Yavé está de mi parte, y por eso no me molestan las ofensas; por eso, puse mi cara dura como piedra. y yo sé que no quedaré frustrado


Palabra de Dios



Salmo


Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24